Con motivo de la manifestación Jaque al Rey, el próximo sábado 28 de septiembre, compañer@s de organizaciones andaluzas Constituyentes, en este caso de Almería, Granada y Jaén; nos han hecho llegar este manifiesto para su divulgación como forma de apoyo tanto a la convocatoria en Madrid como al nuevo proceso constituyente por parte de la ciudadanía.
POR UN PROCESO POPULAR
CONSTITUYENTE,
¡JAQUE AL REY!
Y eso
es lo que se ha puesto de manifiesto en esta crisis, en sus rasgos propios de
nuestro país. El régimen de 1978 ha terminado por aparecer como lo que era, una mentira, una impostura,
con una transición en la que la monarquía sirve para establecer una continuidad
y no una ruptura con la dictadura franquista, que fue un crimen político
permanente desde el principio hasta el fin. De modo que, según aquella idea y
experiencia expresada en nuestra cultura más originaria, hace más de 25 siglos,
hasta que no se reconozcan y reparen los crímenes franquistas nuestra sociedad
no puede practicar un camino de verdadera paz y verdadera prosperidad.
Ahora ya es claro para todo el mundo que no hubo verdadera reconciliación. Y hoy el 95% de la ciudadanía ve que esta supuesta democracia es corrupta, directa o indirectamente, por acción u omisión. Por tanto, falsa, impostora. Lo que hay que reconocer con valentía y obrar en consecuencia.
Este
régimen político carece totalmente de la llamada “legitimidad de ejercicio”, es
decir, que practica una política antipopular. La política de este sistema
corrupto es la pérdida de derechos laborales, los desahucios, los recortes en
sanidad y educación, en la ayuda a la dependencia, en las pensiones, es el
agravamiento de la crisis ecológica –se ponen incluso trabas al uso de energías
alternativas- la profundización de la
desigualdad –económica, de género, etc.-, la explotación y marginación de la
juventud, la ocupación partidista y sectaria de todos los resortes del Estado,
la amputación de derechos autonómicos y locales, y un largo etcétera de pérdida
de derechos adquiridos por el pueblo y la ciudadanía. En vez
de avanzar hacia una economía de la cooperación y el beneficio colectivo, tal y
como se esperaba del llamado "Estado social", se retrocede hacia el
capitalismo salvaje del siglo XIX. Es una situación en la
que, como ha dicho un conocido escritor, en una revista de gran difusión, nos
levantamos aterrados imaginando las medidas que sacará el gobierno contra la gente.
La caja de Pandora que guarda todos los males se ha abierto, pero nunca el
sufrimiento del pueblo, sobre todo de sus sectores más vulnerables, sale
gratis, y la irresponsabilidad de las élites, generalizada en la economía, en
la política y en los otros ámbitos sociales, la paga cara la sociedad como tal.
Es
manifiesto el desajuste o la incompatibilidad entre este sistema y nuestra
sociedad del siglo XXI, con su incalculable
potencial histórico.
No
pretendemos abrir las heridas ni, como dicen algunas personas, sacar réditos
políticos partidistas de la memoria histórica, sino afrontarla con sinceridad y
equidad, restableciendo la verdad (como se dice, una sociedad que no aprende de
sus errores está condenada a repetirlos), y no seguir fiando la solución a los
problemas en este régimen y su “clase política”, de cuya “convenida decadencia”
hablaba el auto de la Audiencia Nacional que exculpó a nuestras compañeras por
la acción ”Rodea el Congreso”. Basta ya
de seguir con la inercia del régimen, basta ya de autoengaños.
En esta
acción antimonárquica no nos dirigimos al rey sino a la ciudadanía, sobre todo
a esa que trabaja y paga impuestos y a aquella otra que ni eso tiene, estando
en el paro o en la marginación, para manifestarle que, se quiera o no, se
acepte o no se acepte, estamos de nuevo ante el reto histórico de la conquista
democrática, de la libertad ciudadana frente a la tiranía disfrazada de
democracia.
Hoy
aquí, en este momento crucial y ante toda la ciudadanía, no proclamamos ninguna
ideología particular sino el Derecho y la Justicia, o sea, la ética, y solo con
la ética podemos salvarnos. Pero la ética no es suficiente, hay que cambiar las
estructuras, el sistema, las reglas políticas: iniciar un proceso popular constituyente.
Y ello
con las potentes armas de la resistencia activa no violenta, en el bien
entendido que, si la respuesta violenta es mala, peor aún es no hacer nada ante
la injusticia, como decía Gandhi.
En esta
época está claro para todo el mundo que esta situación no se debe a una
catástrofe natural, que no es como un fenómeno meteorológico, ni a la torcida
naturaleza humana fruto del pecado original, sino a las malas estructuras o las
reglas fallidas –en buena medida heredadas- de este sistema. Cambiarlas por
otras verdaderamente democráticas, es decir, favorables a la ciudadanía como
tal, es el reto, la salida política, la
auténtica vía política practicable.
Por todo ello, planteamos las siguientes exigencias:
1) La dimisión inmediata del Gobierno.
2) La disolución de las Cortes Generales.
3) La abolición de la Monarquía.
4) La apertura de un proceso constituyente.
5) La
elaboración de una Constitución hecha por el pueblo y para el pueblo.
Estos postulados los consideramos IRRENUNCIABLES.
Comentarios
Publicar un comentario