5 de julio de 2020

LIBROS: "Aquí no hemos venido a estudiar" de Enric Juliana. Un fresco de la resistencia al franquismo a través de la figura de Manuel Moreno Mauricio un joven de Vélez-Rubio


“Hay gente importante que no salió en la foto de la Transición”

Enric  Juliana
Manuel Moreno con su esposa María Sarriera












La Vanguardia Xavi Ayen - Un chico de Vélez-Rubio (Almería), el hijo del confitero de la localidad, que emigra a Badalona, se hace comunista y guerrillero y acaba condenado a muerte por el franquismo. Le conmutan la pena gracias a la intercesión de Eva Perón ante Franco. Pasará más de 17 años en la cárcel de Burgos, también conocida como ‘la Universidad’ por el alto nivel de los cursos que allí imparten los propios reclusos. Es Manuel Moreno Mauricio (1908-1983) y al periodista Enric Juliana (Badalona, 1957), director adjunto de ‘La Vanguardia’, le ha servido de hilo narrativo para tejar un gran fresco literario de la resistencia al franquismo en ‘Aquí no hemos venido a estudiar’ (Arpa), libro que se pone a la venta el próximo miércoles.

Sin un gramo de ficción, se estructura literariamente, saltando de una biografía a otra, con escenas de acción (hasta en el Río Grande), románticas (manitas en un cine valenciano, la esposa que espera pacientemente), dramáticas (asesinatos, torturas, disparos) y con cameos espectaculares de Stalin, Carrillo, Churchill, Felipe González o la Pasionaria. Los diálogos entre estos personajes pueden parecer inventados pero el autor asegura que “más objetivismo no es posible, son las puras actas de los diálogos, algunas fueron difíciles de obtener. El libro es un gran reportaje, realizado a lo largo de diez años, y no necesita ficción porque los hechos ya tienen una intensidad extraordinaria”.

“Cruzo la biografía de unas personas singulares –cuenta– con el contexto histórico, explico mucho ese contexto porque la época nos condiciona extraordinariamente, es la tensión entre lo subjetivo y lo objetivo. Se trata de explicar la vida de alguien que, como dijo Manuel Vázquez Montalbán, ‘no se quiso poner de puntillas en la foto de la Transición’. Hay gente que no sale en esa foto pero hicieron cosas muy importantes”.

El título alude a la discusión que tuvo Moreno, en la cárcel de Burgos, con otro importante preso comunista, Ramón Ormazábal, quien cuestionaba que los militantes presos se dedicaran básicamente a estudiar. “Aquello parecía un ateneo: se aprendían idiomas, literatura, historia, derecho... Al entrar en prisión, Ormazábal quiso ponerlo todo patas arriba y organizar protestas. Eran dos psicologías muy diferentes, uno un hombre de acción, y Moreno un resistente con aquel punto obrerista de los años 30 donde la idea de la formación era básica, la cultura de gimnasia y lectura”.

La cárcel burgalesa es un microcosmos que contiene el mundo y los grandes movimientos geoestratégicos mundiales, que llegan en sombras, como a una caverna platónica. En una descripción minuciosa, muy vívida, el autor reconstruye la cotidianidad de un lugar por el que pasan Marcos Ana, Miguel Núñez, José María Laso... Éste último era “el bibliotecario que organizaba las sesiones de cine”. Hasta aparece Francesc Puigdemont, pastelero de Amer –y abuelo del ex president catalán–, que era proveedor de alimentos para el presidio.

“Hay cosas poco contadas. Yo he leído muchos relatos autobiográficos de gente que estuvo allí. Se han escrito elegías de toda esta generación, pero hace falta una aproximación más documental. Mi libro tiene elementos épicos, porque estan ahí, pero no es una épica. No se victimiza a los personajes, son gente que hicieron política, muy convencidos, con un cierto componente suicida, visto desde hoy, porque para venir a España en 1946 a ponerse al frente de la agrupación guerrillera Levante había que ser valiente, aunque en aquel año no se sabía hasta donde podían cambiar las cosas tras el fin de la segunda guerra mundial”. Otro episodio tratada es la frustrada invasión maquis del valle de Arán.

La economía está también presente, con personajes como Juan Sardà Dexeus, “un joven intelectual republicano que pasa de ayudar a Tarradellas a definir la economía de guerra de la Generalitat a acabar ayudando a Franco a salir de la economía de guerra”; o Fabián Estapé, a quien vemos jugando al millón sobre el despacho de Carrero Blanco.

Aparece asimismo Joan Comorera, el dirigente del PSUC, quien “estaba perseguido por todo el mundo, incluso por los suyos, y decide heroicamente irse a Barcelona, donde sobrevivió tres años clandestinamente, en un régimen de plato único”.

Hay curiosidades llamativas, como que, en 1974, el PCE tenía una base de entrenamiento

militar en Rumania. Y asistimos a diálogos impagables, como cuando Stalin pide paciencia a Carrillo y la Pasionaria y les recomienda que se infiltren en los sindicatos y estructuras del régimen franquista. Carrillo, en otra charla, no hace caso a Ramón Tamames, que le recomienda cambiar de nombre al PCE y presentarse como Partido Laborista. “También podrían no haberlo legalizado. Pero Felipe González le suplica a Casinello, jefe de los servicios secretos de Suárez, que los legalicen porque la mejor manera de derrotarlos es enfrentarse con ellos en las urnas. Yo tengo la certeza de que con otro nombre y con candidatos jóvenes del interior hubieran tenido mucho mejores resultados”. Pero el PCE “atravesó el franquismo sin sucumbir, y nadie podía exigirle a aquellos viejos que desaparecieran. La sociedad española agradeció el esfuerzo del PCE pero creyó que las cosas debían ir por otro lado”.
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https://www.lavanguardia.com/libros/20200705/482102598338/juliana-moreno-libro.html

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